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Manual del Perfecto Gay - Fanfiction Harry Potter
Perlita loves Quino's work
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PerlaNegra - Harry Potter Slash Fanfiction

Magic Works

Capítulo  10

Auror


 

Existe un momento en la vida de toda persona en el que el camino a seguir se divide no en dos, ni en tres… sino en una cantidad exorbitante de opciones a tal grado de que la simple contemplación de ellas puede volver loco de remate a cualquiera. Ya ni se diga realizar la elección.

 

 

Tom estaba completamente seguro porque justamente eso era lo que le estaba pasando ahora que había finalizado su bachillerato. Por si fuera poco, Tom lo estaba viviendo quizá peor que cualquier otro chico de su edad, o al menos eso era lo que él creía, porque no sólo era responderse un sinfín de preguntas (¿Cuál carrera estudiar? ¿En qué universidad? ¿Será buen momento para salirme de mi casa e independizarme de mis padres? etcétera, etcétera) sino que aparte tenía encima la resolución que se le antojaba la más dura que había tenido que hacer en su joven vida: Decidir entre continuar filmando películas o irse a la universidad a cursar la que él siempre había creído, era la carrera de sus sueños.

 

Y aquel verano del 2004, cuando dejó su casa rumbo a Londres para comenzar la filmación de Harry Potter y el Cáliz de Fuego y apenas a un par de meses de cumplir los diecisiete años, Tom nunca se imaginó que aparte de todos los debates mentales que ya llevaba cargando junto con su equipaje, también en Leveasgreen tendría que enfrentarse a un inesperado ultimátum que, dependiendo de la opción que eligiera, podría hacer de su vida futura un verdadero infierno.

 

Aunque el presente tampoco era un jardín de rosas, por decir lo menos.

 

*

 

Tom regresó a la filmación el mismo día en que también lo hicieron muchos de los actores y extras, aunque tenía entendido que los principales protagonistas ya tenían varios meses trabajando. Al llegar se sorprendió un poco porque encontró muy concurrido el estudio con caras nuevas y la gran mayoría, muy jóvenes; pero entonces recordó que esa era la película donde los alumnos de otras dos escuelas mágicas visitaban Hogwarts, lo que explicaba la presencia de tantas personas desconocidas. Ansioso y escudriñando entre tanta gente extraña en búsqueda de un rostro amigo, Tom se dirigió hacia el pequeño auditorio donde los habían convocado a todos para una reunión con el nuevo director.

 

Ahora era el turno de Mike Newell de dirigirlos, lo que emocionaba mucho a la gran mayoría de los actores incluyendo a Tom. Mike se había cotizado bastante alto después de su Cuatro Bodas y un Funeral, y era obvio que todos estaban ansiosos por actuar bajo su comando. Tom, por su parte, tenía el grato presentimiento de que el hombre haría de esa película algo sumamente divertido al más puro sentido del humor inglés.

 

Llegó al lugar de la reunión justo a tiempo para hacerse un sitio junto a Jamie; los presentes eran en su mayoría los actores jóvenes del reparto y todos estaban sentados en sillas de plástico alineadas frente a un micrófono cuyo interlocutor todavía no había llegado.

 

—Ey, Tom —lo saludó Jamie con una enorme sonrisa y tendiéndole la mano—. ¿Cómo estás? ¿Viste cuánta gente nueva…?

 

La pregunta de su compañero quedó ahogada por la avalancha de aplausos que suscitó la repentina llegada de Mike Newell ante el micrófono del frente. El hombre saludó, hizo bromas –para romper el hielo, creía Tom-, se rió con ellos y finalmente les explicó su manera de trabajar.

 

—Por lo pronto y para comenzar, voy a pedirles que se organicen en grupos y me representen un pequeño sketch con los elementos que yo les señalaré. —Lo dicho por el director arrancó murmullos nerviosos entre todos los jóvenes presentes—. Pero no se preocupen, no perderán su contrato si lo hacen mal. —El hombre se rió y Tom no estuvo muy seguro de que lo dijera completamente en serio—. Para poner el ejemplo y ayudarles a perder el miedo, Dan Radcliffe y Rob Pattinson se han ofrecido a ir primero.

 

Tom se enderezó en su silla mientras estiraba el cuello lo más que podía. Muy lejos de él, sentado en primera fila y frente al director, estaba su amigo Dan, tan alegre y guapo como siempre. No sin sentir una punzada de nostalgia, Tom observó que el chico le sonreía ampliamente a quien estaba sentado a su lado, un joven muy alto de cabello castaño y que seguramente era de los nuevos pues Tom no conocía de nada.

 

Ante la petición del director, los dos jóvenes actores se pusieron de pie entre risas y empujones, y Tom no pudo evitar fruncir el ceño al darse cuenta de que entre los dos existía ya una camaradería que él jamás había logrado concretar con Dan. Especialmente porque era él mismo quien, incómodo por las extrañas sensaciones y pensamientos que Dan despertaba en él, siempre había hecho su mejor esfuerzo por evitarla.

 

—Dan y Rob ya se conocen bien… como podrán notar —comentó Mike mientras él y todo el auditorio se reía de Dan. Pattinson le había puesto la mano detrás de la cabeza simulando un par de cuernos con los dedos y Dan, en vez de molestarse, había comenzado a hacer gestos graciosos—. Ellos ya tienen varias semanas trabajando juntos. Han estado filmando la escena del laberinto, donde nos hemos divertido mucho, por cierto… —continuó Mike y Tom agachó la cabeza cuando el tal Robert le pasó a Dan un brazo por encima de los hombros y lo apretó con fuerza.

 

Tom sintió que el corazón le daba un doloroso vuelco dentro del pecho y no pudo comprender a ciencia cierta porque ver eso lo hacía sentir tan mal.

 

No podrían ser celos, ¿o sí? Después de todo, Tom era muy consciente de que si entre Dan y él no había ese tipo de amistosa interacción era precisamente porque Tom no se lo había permitido al chico, y a esas alturas era obvio que Dan comprendía que a Tom no le agradaban las bromas de esa índole ni los juegos de manos, por lo que simplemente había dejado de intentarlo. ¿Qué cara tenía ahora Tom para sentirse celoso de que Dan no jugara así con él?

 

Mike obtuvo más risas del auditorio cuando les pidió a Dan y a Pattinson que interpretaran la escena de Otelo donde éste ahoga a Desdémona.

 

—Como cualquier actor inglés que se aprecie, deben tener un mínimo de conocimiento del drama shakesperiano —comentó Mike entre risitas ante la cara de incredulidad que pusieron los dos muchachos—. Así que imaginen que este es un escenario y sus compañeros, su público. ¡Acción!

 

Dan y Pattinson se miraron el uno al otro, ambos sonrojados por haber reído tanto y con los ojos chisporroteando alegría auténtica. Y como si de pronto Pattinson se hubiese dado cuenta de que uno de ellos tendría que realizar el papel de una dama, se apresuró a ganar el otro antes de que fuera tarde.

 

—¿Has rezado esta noche, Desdémona? —le gritó Pattinson a Dan con voz ronca y mirada austera, poniéndose ya en su papel del celoso y mortal Otelo.

 

Todos rieron mientras Dan enrojecía con ganas y sonreía sabiéndose derrotado. Incluso para Tom aquello se estaba volviendo todo un espectáculo digno de grabarse a pesar de haberse sentido un tanto incómodo un rato antes. Miró a su alrededor y lamentó de verdad que no hubiese ningún camarógrafo captando aquel momento para la posteridad.

 

Acto seguido y ante las risas y gritos de los presentes, Dan se dejó caer al suelo cual plano era, adoptando una postura tan femenina que si hubiera tenido un vestido y una peluca bien hubiese podido pasar por una actriz.

 

—Sí, mi señor. Ya he dicho mis oraciones de hoy —respondió Dan fingiendo la voz hasta volverla tan aguda que parecía una verdadera chica, provocando las carcajadas de todos, incluso las de Mike.

 

Pattinson parecía estar pasando un duro momento para poder contener la risa. Luchó por componerse y prosiguió.

 

—Si te queda algún pecado, ruega su perdón — Pattinson-Otelo le ordenó a Daniel-Desdémona quien, aterrorizado, lo miraba desde el suelo—. Porque has regalado tu pañuelo, y por eso, esta noche he de matarme. ¡Zorra!

 

Mike y muchos de los presentes se rieron más ante el abrupto resumen que Pattinson acababa de hacer del acto completo, condensando en un par de frases párrafos enteros dichos por Otelo.

 

Dan estaba arrugando la cara de la manera más graciosa y Tom sabía que lo hacía para contenerse de sonreír. Puso cara de terror antes de exclamar con su mejor voz chillante y supuestamente femenina:

 

—¡Mátame mañana! ¡Esta noche no!... Hoy sirven pavo para cenar en la cafetería.

 

Esa ocasión ni siquiera Pattinson pudo contener la risa.

 

—¡Empezar es acabar! —gritó éste mientras se echaba encima de Dan y se sentaba a horcajadas a la altura de su cadera, tomándolo del cuello y fingiendo que comenzaba a estrangularlo—. ¡Muere, zorra, muere!

 

—Se nota que ese es su diálogo favorito de Shakespeare, ¿verdad? —comentó Mike en voz alta y todos rieron más.

 

—¡No, no, por favor! ¡Sólo media hora! ¡Quince minutos! ¡Cinco! ¡Unooooo! —gimoteaba Dan con la voz más graciosa que Tom le había escuchado jamás mientras se retorcía desesperadamente debajo del cuerpo de Pattinson.

 

Y a pesar de la comicidad del momento, Tom se descubrió a sí mismo apretando los labios tan duro que ya habían comenzado a dolerle, sintiéndose ansioso y casi desdichado por lo que estaba presenciando. Angustiado, observó a sus compañeros sentados a su alrededor, todos ellos gozando de las payasadas protagonizadas por Dan y Pattinson mientras él (y sólo él), sufría de un extraño malestar. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué no podía reírse como los demás? ¿Por qué en vez de eso se sentía arder en rabia, en incomodidad, en ganas de dirigirse hacia el frente y quitar a ese aprovechado de encima de Dan?

 

—¡Dios mío, qué razón tienen los rumores! —dijo de pronto una chica rubia que estaba sentada junto a Jamie y que Tom no conocía.

 

—¿Cuáles rumores? —le preguntó Jamie con una gran sonrisa en la cara y Tom se enterneció al descubrir que su viejo amigo estaba tratando de ligarse a la nueva actriz.

 

—Pues los que circulan en la prensa amarillista. ¿No los leen? —Jamie y Tom negaron con la cabeza—. ¡Y no sólo en los periódicos, todo el mundo lo dice! Aquí y afuera.

 

—¿Qué? ¿Qué es lo que dicen? —quiso saber Tom, encontrando en esa conversación una excusa perfecta para dejar de mirar a Pattinson frotándose contra el delgado cuerpo de Dan.

 

La chica se rió y se encogió de hombros, como diciendo “¡Qué par de tontos me he encontrado!”.

 

—Pues que Daniel Radcliffe es marica. Y que todo ese show de su supuesto noviazgo con Emma Watson no fue más que pura pantalla para ocultar que es súper gay.

 

Si Tom ya se había sentido enojado un momento antes, en ese instante supo que podía golpear a alguien. Luchó por controlarse antes de hablar.

 

—No deberías creer ese tipo de chismes —dijo duramente a pesar de que su intención había sido sonar amable—. Veamos si cuando tú seas famosa y te meten en esos escándalos, estás tan feliz como ahora.

 

Jamie lo miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa; era bastante raro en Tom que le hablara así a la gente y nadie que lo conociera durante años como Jamie podía decir que fuera una persona que se enojara con facilidad. Tom miró a su amigo como pidiéndole comprensión con la mirada y acto seguido, se cruzó de brazos y, enfurruñándose, no dijo más.

 

—En la época victoriana a las mujeres les tenían prohibido actuar —comenzó a decirle Jamie a la chica en tono condescendiente—. Y los hombres tenían que hacer los papeles femeninos, imagina, con besos y todo. Yo no veo nada de malo que Dan haga de chica, a cualquiera de nosotros bien podría tocarnos alguna vez.

 

Jamie continuó charlando con la actriz nueva mientras Tom se aislaba de la conversación y pensaba que de mil amores y de haber podido, habría salido desde hacía mucho rato corriendo de ese lugar. Pero no podía. Estaba trabajando, tenía que estar ahí con los demás y dejar sus sentimientos a un lado.

 

De igual manera intentó sofocar con todas sus fuerzas ciertas interrogantes que sabía no le hacían nada bien. ¿Por qué el hecho de que la gente creyera que Dan era gay lo afectaba tanto? ¿Por qué eso lo asustaba de manera insospechada cuando a los demás parecía tenerles sin cuidado?

 

Realmente, ¿qué demonios pasaba con él?

 

*

 

Mucho rato después y habiendo finalizado con la representación de Otelo por parte de Dan y Pattinson, Mike organizó a los actores restantes en grupos mucho más numerosos para improvisar lo que fuera que él les indicara.

 

A Tom le tocó representar a un músico en un supuesto fragmento de Romeo y Julieta, que por cierto salió pésimamente mal porque era obvio que ninguno de los actores había visto jamás la dichosa obra. Así que Tom, animado porque los de utilería le habían prestado un viejo tambor con aspecto medieval, improvisó un concierto en medio de la representación y por el cual todos sus compañeros de equipo terminaron danzando en vez de actuar, dando como resultado que al final fuera Tom quien se llevara todas las ovaciones del joven auditorio.

 

—¡Muy mal hecho, jovencitos! ¡Muy mal! —decía Mike entre risas y quien en realidad no parecía nada enojado por su horrible desempeño como actores shakesperianos—. Pero al menos nos alegraron la mañana. A ver, público, ¡un aplauso para la revelación musical del día. ¡Tom Feltbeats!

 

Todos rieron y aplaudieron más arduamente, y Tom, bastante reanimado ya, no cesó de mandar besos a su entusiasta público. No le pasó desapercibido que Dan lo miraba insistentemente desde su lugar, ignorando a Pattinson y a Emma Watson y con una gran sonrisa de orgullo en la cara.

 

Eso era totalmente estúpido, Tom lo sabía, pero no pudo evitarse sentirse feliz ante la prueba de que al menos no le era tan indiferente a Dan.

 

*

 

—¡Tom! ¡Tom Feltbeats! ¡Espera!

 

Tom se paró en seco al escuchar la alegre voz de Dan llamándolo desde en medio de la multitud. La reunión con Mike había finalizado y en ese momento todos estaban saliendo del auditorio con rumbo a proseguir la apretada agenda que cada quién poseía. Tom, por ejemplo, tenía que ir a Maquillaje a que le realizaran las pruebas para la peluca nueva que usaría en esa película y que lo salvaría en esa ocasión de decolorarse el pelo.

 

Se giró hacia donde provenía la voz de Dan, poniendo el gesto más indiferente que pudo a pesar de que el corazón le latía a mil por hora, haciendo honor al nuevo apodo cortesía de Mike Newell y con el que todos lo estaban llamando ya.

 

—Hey, Dan. ¿Qué tal? —lo saludó con una enorme sonrisa que no pudo evitar. Sonrisa que de inmediato se le borró de la cara cuando vio que Robert Pattinson estaba acompañando a su amigo.

 

Los dos actores se abrieron paso entre la gente hasta que llegaron ante Tom, quien se había detenido a esperarlos.

 

—Tom, ¡hola! —lo saludó Dan en cuanto estuvieron frente a frente. Tom sintió frío recorrerle cada vello del cuerpo cuando se percató de que apenas en los dos meses que había dejado de ver a Dan, éste parecía haber crecido muchísimo, tanto en altura como en musculatura. Vagamente Tom se preguntó si lo tendrían ya en algún programa de ejercicios mientras tomaba nota de que el chico también llevaba el pelo un poco más largo de lo que lo había hecho en las anteriores películas—. ¿Cómo estás? ¡Qué gusto verte otra vez! Oye, qué demostración la de hace rato, ¡no me engañaste cuando me contaste que también tenías talento musical, ¿eh?! Dios, no puedo creer que hayas improvisado un concierto así como así… ¡Y con un tambor! ¡Eres bueno, Tom!

 

Presa de una satisfacción que no hubiera podido describir con palabras aunque hubiese querido, Tom le sonrió a Dan y continuó intentando ignorar al otro chico alto y atractivo que estaba parado junto a ellos y cuya presencia no era lo suficientemente fuerte como para interponerse entre los dos.

 

—No, Dan, no te mentí. La música me gusta y… bueno, disfruté mucho de las canciones que me mandaste por correo electrónico, ahora que me acuerdo —respondió Tom, dominando el nerviosismo inexplicable que le causaba la situación completa. Notó que Pattinson arqueaba las cejas ante lo que recién acababa de decir y decidió cambiar de tema—. ¿Cómo estás tú?

 

—Oh, yo de maravilla, gracias —dijo Dan con rapidez—. Feliz de estar filmando otra vez. ¿Te conté que me están dando clases de buceo? ¡Las necesito para las escenas del lago! —Pattinson se aclaró ruidosamente la garganta y Dan lo miró como si hubiera olvidado que estaba ahí parado junto a ellos—. Oh, ¿ya conocías a Rob? Él es Cedric Diggory en la película. Ya sabes, el campeón de Hogwarts. El de Hufflepuff y todo eso.

 

Tom contuvo un suspiro de fastidio y se giró hacia Pattinson, fingiendo una sonrisa lo mejor que podía. Pattinson le sonrió ampliamente y tendió hacia él una mano enorme y varonil con las uñas extremadamente limpias y bien cortadas.

 

—Tom Felton, mucho gusto —le dijo Tom mientras le daba la mano, intentando con todas sus fuerzas sonar amable y despreocupado. En verdad no tenía idea de por qué el chico le resultaba tan antipático si no lo conocía de nada; generalmente él no era de los que andaban prejuzgando a la gente.

 

—El gusto es mío, Tom —le dijo Pattinson sin dejar de sonreír y de apretarle cálidamente la mano, y Tom pudo darse cuenta por qué Dan parecía sentirse tan a gusto con él. Pattinson era realmente encantador y cuando sonreía lo hacía con todo su cuerpo, y además, como notó Tom, tenía los ojos azules más bonitos que éste había visto en mucho tiempo. Ante tanto despliegue de atractivo, Tom no pudo evitar sentirse más bajo, feo e insípido que nunca antes—. Soy un gran admirador tuyo, digo, ¡me encanta como encarnas al chico malo de la saga!

 

—¿Verdad que es genial? —saltó Dan con gran entusiasmo ante lo dicho por Pattinson, hablando a mil palabras por segundo como siempre que estaba exaltado—. ¡Yo siempre le digo a Tom que nadie haría a Malfoy como lo hace él! De hecho no podría imaginarme a otro Malfoy. Aun si lo interpretara otro actor, en mi mente siempre tendría su cara y la personalidad que le ha sabido dar. ¿O tú qué piensas, Rob?

 

Las palabras de Dan y la sinceridad con la que fueron dichas le tendieron a la autoestima de Tom un lazo con el cual salir del pozo en el que había caído desde que su subconsciente parecía necio a estarlo compararlo con ese chico grande, simpático y mayor que ahora parecía tan amigo de Dan.

 

Una tímida sonrisa se dibujó en sus labios y agachó la cara.

 

—Exageras, Dan. La verdad es que…

 

Una asistente de dirección llegó hasta ellos e interrumpió la frase de Tom.

 

—Chicos —dijo, dirigiéndose hacia Dan y Pattinson—. Hora de cambiarse de ropa. Los necesitan en el plató del lago en media hora; van a filmar la zambullida con los otros campeones.

 

Dan asintió obedientemente y la cara de Pattinson pareció resplandecer ante lo dicho por la mujer.

 

—¡Oh, qué bien! —exclamó Pattinson en voz baja una vez que la asistente se hubiese retirado. Codeó a Dan mientras le decía—: Hora de lucir un poco el cuerpo, ¿eh, Dan?

 

—Sí, eso parece —respondió Dan con aire ausente, perdiéndose por completo la rara manera en que Pattinson lo estaba mirando de arriba abajo. Dan suspiró con resignación antes de decir con una enorme sonrisa—: Creo que yo no haré otra cosa en esta película más que pasármelo mojado.

 

Pattinson arqueó una ceja sin dejar de mirar a Dan intensamente, ya en ese momento ignorando completamente a Tom como si éste hubiese desaparecido.

 

—Sí… mojado. Eso suena… terrorífico, Dan —masculló Pattinson en un mal disimulado tono lascivo que a Tom no le pasó en absoluto desapercibido—. Hasta pronto, Tom, fue un verdadero placer —se despidió de él mientras le echaba un brazo a Dan a los hombros—. Pero ya sabes… hay que ir a desquitar la paga.

 

Tom no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. Impactado ante lo que pensaba acababa de descubrir, tuvo que obligarse a sonreírles forzadamente a los dos mientras se marchaban, Dan con toda la  normalidad que siempre lo había caracterizado y el maldito de Robert Pattinson intentando pegarse a su cuerpo mientras caminaba a su lado.

 

Tom los miró desaparecer al otro lado de la puerta del auditorio y fue entonces cuando comprendió por qué ese actor con sonrisa de galán y con esa relación ya tan cercana que parecía tener con Dan, le había dado un mal presentimiento.

 

Con pesadumbre se dirigió a Maquillaje, rogándole a Dios estar equivocado y que no fuera verdad lo que estaba creyendo. Porque no era posible que ese tal Pattinson fuera un pervertido homosexual que estuviese intentando aprovecharse de la inocencia de Dan, ¿o sí?

 

Ya se encargaría Tom de investigarlo del modo que fuera necesario.

 

*

 

Los siguientes días fueron largos y tediosos; Tom no hacía otra cosa más que asistir a los talleres de teatro (que Mike Newell insistía que todos los actores jóvenes tomaran) y luego, se dirigía a su sesión de maquillaje para continuar con las pruebas de las pelucas. Estaba tan harto de eso que a veces deseaba que mejor simplemente le hubiesen desteñido el pelo con las veces anteriores.

 

Sabía (porque a veces se escapaba a espiar) que Dan y Pattinson continuaban filmando escenas juntos y que aún al terminar, eran verdaderamente inseparables. No siempre estaban solos, lo cual Tom encontraba alentadoramente bueno; se había dado cuenta de que el actor búlgaro que hacía de Viktor Krum (un tal Stan no-sabía-qué) era también muy amigo de Pattinson y la mayor parte del tiempo se les veía a los tres charlando animadamente. La presencia de Stan o de cualquier otro que no permitiera que Pattinson estuviera a solas con Dan, hacía que Tom se sintiese menos atemorizado de que aquel rarito de sonrisa fácil estuviese tramando algo pervertido con su pequeño amigo.

 

Pero tampoco lograba hacerlo sentir completamente bien.

 

*

 

El asunto era que Tom echaba de menos los momentos alegres que había pasado al lado de Dan durante la filmación de las otras tres películas. Había intentado acercamientos, incluso lo había invitado un par de veces a salir al estacionamiento a jugar con sus autos a control remoto o a tocar juntos la guitarra, pero Dan simplemente se había negado alegando que tenía que estudiar para sus exámenes finales del bachillerato. Entonces y cada día más solitario y preocupado, Tom se había dedicado un par de noches a buscar en internet información acerca del sujeto de sus recelos con la esperanza de encontrar algo que confirmara que lo que había notado no era sólo producto de una muy grande paranoia e imaginación trastornada.

 

Husmeando por la red, Tom se enteró de que antes del Cáliz de Fuego, Pattinson había filmado una película en Alemania, que lo habían expulsado de una obra de teatro justo antes del estreno y también de la secundaria, lo cual era sospechoso pero no definitivo. Finalmente Tom tuvo que resignarse a que por ese medio no encontraría nada que pudiera comprobar que el chico era algún tipo de pervertidor sexual.

 

Sin embargo, Tom no se rindió así como así. Buscó las listas de todas las personas que de alguna manera u otra habían trabajado con Pattinson en algún momento de su carrera, revisándolas sin cansancio hasta que por fin dio con lo que buscaba.

 

Un conocido en común.

 

*

 

Al otro día de haber recibido por fin contestación de esa persona a la que había contactado, Tom por fin tuvo en sus manos la información que había estado buscando. No se trataba precisamente de que Pattinson fuera un corruptor de menores, pero ese asistente de producción que Tom conocía y que había trabajado en Alemania en la primera película del patán, le había asegurado que Pattinson era de esos tipos que parecían estar todo el tiempo pensando en sexo y que no desaprovechaba oportunidad para meterse en los pantalones de aquel ingenuo que se dejara… ya fuera mujer u hombre.

 

Sin embargo, ¿qué podía hacer Tom con semejantes datos? ¿Ir con Dan y decirle que su supuesto nuevo mejor amigo aparentemente era un conquistador bisexual obsesionado y tal vez con ganas de tirarse al famoso chico que actuaba de Harry Potter para después ir presumiendo por el mundo que él le había quitado su “virginidad”?

 

Tom creía que no. Aun a sus oídos eso sonaba más como un recurso barato de telenovela que un consejo real de un amigo verdaderamente preocupado por su bienestar. Así que hizo lo que solía hacer cuando se encontraba más desesperado; fue y recurrió a su siempre sabio hermano mayor.

 

Le contó a Chris todo su dilema de principio a fin (omitiendo los nombres de Dan y Pattinson, por si acaso) y lo que su hermano le respondió no dejó a Tom nada feliz.

 

—Lo que yo creo es que estás cruzando los límites de una sana amistad, Tom —le dijo Chris sin dejar de jugar su juego de video—. Si vas y le dices eso a tu amigo, lo único que harás es ponerlo en tu contra… Creerá que estás celoso o algo así.

 

Tom se enfureció porque eso mismo ya se le había ocurrido a él.

 

—Entonces, ¿qué hago? ¿Que el abusador lo seduzca y quedarme sólo cruzado de brazos?

 

—No puedes saber lo que realmente quiere la gente, Tom. Tal vez este amiguito tuyo en el fondo sí es gay y está deseando que el otro se lance y lo desvirgue de una vez. ¿No lo habías pensado?

 

—Pero, ¡es  menor de edad! —exclamó Tom con suma indignación, negándose siquiera a imaginar a Dan queriendo tal cosa—. ¡Acaba de cumplir quince años apenas el mes pasado! Y el otro, en cambio… ya pasa de los dieciocho.

 

Chris se rió sin despegar los ojos de la pantalla del televisor mientras le disparaba a la mayor cantidad de zombies que podía.

 

—Como si eso importara… en el calor de la pasión, ni quién se acuerde de los años que tiene uno o el otro. —Chris desvió los ojos de su juego un solo momento para buscar los de Tom—. Y a ti, te aconsejo que no te metas donde no te llaman, hermanito. Si tu amigo quiere experimentar con un chico mayor, lo hará, y no hay nada que tú puedas hacer para evitarlo.

 

Tom inclinó la cabeza, más que nada para evitar ver a su hermano a los ojos.

 

—Yo… sólo quiero que esté bien. No quiero verlo… lastimado. Humillado… O peor, expuesto ante la prensa por culpa del otro patán.

 

Chris meneó la cabeza en un gesto negativo mientras regresaba su mirada al televisor.

 

—La gente tiene que vivir su vida y cometer errores en el proceso, Tom. Es parte del aprendizaje. Como amigo, tú deberás estar ahí para apoyarlo, pero no podrás evitar que se meta en líos si él no quiere ser salvado, ¿entiendes lo que te quiero decir? Si tratas de detenerlo, lo perderás. Tan fácil como eso.

 

Tom asintió y se quedó en silencio durante un rato, fingiendo que miraba a su hermano jugar cuando en verdad sólo estaba divagando. Entendía perfectamente lo que Chris le había explicado, pero no por eso le dolía menos.

 

Y esa noche y las que siguieron, Tom se las pasó en vela, enfermo de la preocupación y con el corazón en un puño, preguntándose una y otra vez por qué le dolía y le mortificaba tanto que Dan terminara cayendo en las redes de ese Don Juan desgraciado.

 

Sospechar que Dan era homosexual ya era lo suficientemente malo como para también imaginarlo deseando tener su primera vez con ese caradura que, Tom estaba seguro, jamás sentiría por Dan lo que tal vez éste sentía por él, y eso sin contar con la preocupación que Tom experimentaba de sólo pensar en el riesgo que corría Dan de que todo el mundo se enterara de que era gay. Tom sabía que incluso la Warner podría cancelarle el contrato.

 

Pero sobre todas las cosas anteriores, lo que más le dolía a Tom aunque se mostrase reacio a reconocerlo ante él mismo, era la posibilidad de que Dan sintiera algún tipo de cariño por el malnacido de Robert Pattinson. Porque si así era… -Tom sentía un gran nudo que se le formaba en la garganta de tan sólo pensarlo- no habría poder humano que consiguiera que Dan no terminara en la cama con él y, por ende, cada vez más y más lejos de Tom y de la amistad que ambos compartieron alguna vez.

 

*

 

Afortunadamente para Tom, de pronto el destino pareció compadecerse de él y ponerse un poco de su lado, salvándolo –al menos durante un tiempo- de tener que tomar la decisión de decirle o no a Dan lo que sabía respecto de la personalidad del señor Pattinson. Apenas un par de días después de la charla que había tenido con su hermano, les fue comunicada a Tom y a unos pocos más una estupenda noticia: tenían que viajar a Oxford a filmar un par de escenas de la película. Para ello, la producción calculaba que tendrían que quedarse en la hermosa ciudad al menos una semana. Pero lo mejor de todo, al menos desde el punto de vista de Tom, era que Robert Pattinson no estaba incluido en la lista de los actores que viajaban a esa locación.

 

Después de saberlo, Tom se sintió reconciliado con la vida. Justicia divina era lo mínimo que se merecía ya que esa sería la última película en la que pensaba darle vida a Draco Malfoy.

 

*

 

—¿Tu última película? ¿Es… es en serio?

Dan le hizo la pregunta al mismo tiempo que detenía su marcha y se giraba a encararlo. Tom también se paró y lo miró a los ojos. Se quedaron los dos de pie en medio de la tranquila calle oxoniense, iluminados sólo por la luz de la luna y la de las farolas antiguas, la hermosa noche cayendo sobre ellos en su trayecto al hotel después de haber cenado en un restaurant cercano. Sus compañeros de reparto a los que acompañaban, continuaron caminando sin percatarse de que ellos dos se habían rezagado; después de todo ahí en Oxford la vigilancia hacia los actores menores de edad parecía muchísimo más relajada si la comparaban a la que ejercían en Londres.

 

—Sí —respondió Tom intentando sonreír pero consciente de que el gesto parecería más una mueca de dolor que una sonrisa auténtica—. Es en serio. —Suspiró antes de proseguir—. Este año de estudios ya lo he perdido, pero pienso entrar a la Universidad de Southampton en septiembre del que viene y recuperarme lo más pronto posible.

 

—¿Southampton? ¿Es la misma donde está tu hermano mayor? ¿Dónde estudian Pesquería? —le preguntó Dan y Tom casi jadeó de la sorpresa. ¿En serio Dan recordaba ese dato?

 

—Sí, esa misma precisamente.

 

—Pero, ¿por qué? ¿Para qué? ¿No eres feliz como actor? ¡Puedes trabajar de esto toda tu vida! ¡Eres bueno, Tom!

 

Tom sonrió cálidamente y bajó el rostro. Se había esperado una respuesta así de parte de Dan. Del nunca conformista Dan, del siempre testarudo Dan. ¿Cómo no iba a cuestionar sus motivos, cualesquiera que éstos fueran?

 

—Claro que soy feliz como actor. Pero…

 

Había sido sumamente feliz esos días que llevaban filmando en Oxford. Porque eso que hacían ahí parecía más unas vacaciones entre amigos que un trabajo en sí. Se levantaban temprano todos los días, por supuesto, y tal vez ahí erradicaba el único problema, porque a partir de ese momento todo era comer, charlar, intentar grabar alguna divertida escena con un par de los mejores actores que Tom había conocido (Maggie Smith y Brendan Gleeson, ni más ni menos) y luego, volver a comer y salir a pasear, divertirse y dormir en una hermosa habitación de uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Pero lo mejor de todo era que Tom por fin podía convivir con Dan. Como antes, como en los viejos tiempos.

 

¿Quién no sería feliz con una vida así?

 

Pero la filmación de la escena del patio de Hogwarts donde Moody convierte a Draco en hurón no iba a durar para siempre, y Tom lo sabía muy bien. Al final todo terminaría y entonces todos ellos tomarían sus cosas y regresarían a Londres donde Dan y él volverían a distanciarse, atrapados cada uno en su vida y en sus propias escenas de la película.

 

—¿Pero…? —insistió Dan, dando un paso hacia él.

 

Tom miró hacia la calle, realmente sorprendido de que todos se hubiesen alejado sin percatarse de que ellos se quedaban atrás. Suspiró con el alivio que le causaba el hecho de que Pattinson no estuviese ahí con ellos; Tom sospechaba que el cabrón habría aprovechado tanta holgura en la vigilancia para hacer cosas nada decentes con Dan.

 

—Tengo que proseguir con mi vida, Dan —respondió en voz baja—. Perseguir mi sueño. Toda mi vida, desde que tengo uso de razón, he tenido una caña de pescar en las manos, y los momentos más felices son los que he pasado a la intemperie, pescando, acampando. Yo… yo realmente estoy entusiasmado con la idea de estudiar Pesquería. De ser un profesional y poder trabajar en ello, que mi hobby se convierta en mi modus vivendi es... wow, pues ¿quién no querría eso?

 

Dan se quedó en silencio durante un momento, mirándolo fijamente a los ojos.

 

—¿Realmente te gusta la escuela, Tom? —preguntó con voz suave pero a toda prisa, como era característico en él—. Yo la odio con todas mis fuerzas y estoy feliz de no tener que regresar. Nunca fui muy feliz en ella, ya sabes… Me parecía dura y los otros chicos siempre... bueno, no eran muy amables conmigo.

 

Tom lo miró con sorpresa. No tenía idea de que Dan hubiese pasado malos ratos en la escuela. ¿Qué no era demasiado pequeño cuando la dejó?

 

—Pues supongo que tu caso es diferente, ¿no? —le dijo al ver que Dan no le contaba más—. Siendo la estrella de las películas supongo que la Warner no te soltará tan fácilmente. Pero, oye, lo mío son sólo planes. En realidad no estoy muy seguro de lo que haré porque también depende en gran medida de si los productores siguen queriéndome a mí como Malfoy para la siguiente cinta.

 

La cara de Dan se iluminó de tal forma que cualquiera hubiera creído que Tom le acababa de informar que se había ganado el BAFTA al mejor actor.

 

—¿Te quedarías? ¡¿En serio?!

 

—En serio. —Tom no pudo evitar reírse ante la felicidad de Dan—. Creo que me daré la oportunidad de pensármelo si es que acaso eso llega a suceder.

 

Sin decir una sola palabra más, Dan le dedicó una de esas sonrisas geniales y gigantes que sólo él parecía capaz de prodigar y que fue ampliamente correspondida por Tom. Entonces y sin decir nada más, ambos chicos reanudaron la marcha hacia el hotel, la tranquilidad de esa ciudad haciendo juego con la paz que parecía reinar en el corazón de Tom. Los filmes de Harry Potter le habían traído mucho a su vida, y ahora estaba seguro de que esas “vacaciones” en Oxford estaban, por mucho, en uno de los puntos más altos de su lista.

 

Que Pattinson ni Emma estuviesen cerca tenía mucho que ver, Tom lo sabía, así como el detalle de que en verdad no fuera Tom el hurón rebotador que el ex Auror metía en los pantalones del pobre de Jamie desde hacía tres días.

Sin mencionar el punto más importante de todos: ahí en Oxford Tom tenía a Dan casi sólo para él.

 

*

 

Lo idílico de la estancia en Oxford terminó para Tom la mañana que llegó un grupo de actores que sólo venían a filmar unas pequeñas escenas y que al otro día estarían de vuelta, sobre todo porque Robert Pattinson era uno de ellos.

 

—Es para la escena donde los amigos de Cedric se burlan de mí y luego yo le informo acerca de los dragones de la primera prueba —le había explicado alegremente Dan a Tom el día anterior cuando se habían enterado, y éste se había quedado mudo sin atreverse a sacar el tema que anteriormente lo había tenido tan preocupado.

 

No que fuera fácil, ¿o sí? Porque, después de todo, ¿cómo preguntarle a Dan si era gay en primer lugar, y si acaso estaba dentro de sus planes a corto plazo acostarse con el Pattinson Patán? No era algo casual que se pudiera conversar en la sobremesa de la cena delante de los demás.

 

Pero la alegría que Dan mostró ante la perspectiva de encontrarse de nuevo con aquel imbécil, trastornó a Tom más allá de la razón al grado de que cuando miró al grupo de recién llegados bajar de su autobús, se prometió a él mismo que protegería a su amigo y, dejando cobardías a un lado, se haría cargo de la situación como todo un Auror rebelde y fuera de control.

 

Parado junto a los demás actores que esperaban por sus compañeros, Tom observó la manera en que Pattinson buscaba a Dan entre la pequeña multitud. Y cuando lo encontró, Tom notó que los ojos le brillaban con indudable deseo contenido. Dan, quien ingenuamente no parecía darse cuenta de nada, le regaló una de sus enormes sonrisas.

 

Tom entrecerró los ojos, enfureciéndose, preocupándose y percibiendo cómo los consejos de Chris y su propio sentido común se largaban muy lejos de ahí, dejándole campo libre a su propia obstinación de no permitir que semejante bestia pusiera una sola mano encima de Dan.

 

De su Dan.

 

 

 

 

Nota de la autora:

Como todos saben, Feltbeats es el apodo musical de Tom y con el que se dio a conocer cuando comenzó a grabar sus canciones en Youtube. Beat es una palabra en inglés que significa “ritmo o latido” o en el caso del tambor, “golpes”. En una entrevista donde le cuestionaron el origen de ese nombre, Tom simplemente dijo que el apodo se lo habían puesto tiempo atrás, pero no dijo ni quién ni por qué. Por lo tanto, que haya sido Mike Newell quien le otorgó el apodo es sólo un invento mío.

 

 

 

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