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Manual del Perfecto Gay - Fanfiction Harry Potter
Perlita loves Quino's work
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PerlaNegra - Harry Potter Slash Fanfiction

Magic Works

Capítulo 11

Dragones


Aunque los actores de la película tenían su propia habitación en el hotel como cualquier otro miembro del staff, se volvía de rigurosa necesidad que junto a la locación del momento (en ese caso, la Universidad de Oxford) los primeros tuvieran un tráiler para guardar su vestuario y poder maquillarse, vestirse y descansar. Así que, en cuanto arribó el autobús con los chicos que interpretaban a los estudiantes de Hufflepuff, todo el elenco se dirigió hacia su respectivo tráiler acompañado de su asistente de dirección, de sus maquillistas y de un ayudante de camerino. Con el tiempo encima y con un precioso y perfecto clima al cual sacarle provecho, Mike tenía mucha prisa por terminar de filmar las escenas que en su conjunto darían vida a esos momentos en los que Harry se hacía de palabras con Ron, hablaba con Cedric para advertirle de los dragones y, finalmente, conseguía que a Malfoy lo convirtieran en hurón; pocos minutos de acción que en la vida real eran días y días de filmación, incluso, semanas.

Mientras caminaba con la joven chica que le habían asignado como asistente, Tom intentaba mirar entre las cabezas de todo el personal para no perder de vista a Dan. Pero el chico, en medio de todos los que estaban ahí para ayudarlo y tenerlo listo justo a tiempo, se veía tan pequeño que costaba trabajo localizarlo. Al igual que Rupert y Emma, Dan era de los pocos actores que tenían asignado un par de maquillistas y un ayudante de camerino sólo para él y que no tenían que compartirlos con nadie más, a diferencia de los otros como Tom que tenían que turnarse para ser atendidos por los artistas del maquillaje.

Sin embargo, salir a filmar a locación significaba una mejoría para todos por igual, pues la producción siempre tendía a consentirlos más, tal vez por la misma razón de que no eran demasiados. Ya fuera por las horas de tiempo libre de las que disponían (ahí no tenían que asistir a clases particulares como en Londres), por el hospedaje en hermosos hoteles, por las salidas turísticas o por el tráiler repleto de comodidades, salir a filmar fuera de los estudios principales invariablemente representaba todo un paseo y agasajo.

Tom, como la mayoría de los actores, tenía un tráiler para su uso exclusivo y se dio cuenta de que también Pattinson tenía uno (y de los recién llegados era el único, pues los otros actores que hacían de Hufflepuffs tenían que compartir uno solo para todos). Tom pensaba en eso mientras le pasaban su guardarropa y comenzaba a alistarse para filmar. Se suponía que el rodaje con Pattinson y compañía estaba programado para durar sólo un día, pero era bastante improbable que terminaran temprano, e incluso cabía la posibilidad de que se demoraran mucho más de una jornada.

Eso sólo podía significar una cosa desde el punto de vista de Tom: que esa noche, Pattinson, al igual que los demás, dormiría en el mismo hotel donde también se hospedaba Dan.

Recordando todas las libertades de las que gozaban los actores y la escasa vigilancia que la producción ejercía ahí en Oxford, Tom se estremeció de preocupación. En serio, en serio esperaba que Pattinson no tuviera en mente aprovecharse de eso y atreverse a… cualquier cosa con Dan, porque de lo contrario, Tom no sabía de lo que sería capaz.

Tal vez ya era hora de ponerse a trabajar y evitar que Dan se encontrara con el patán.

*

Tom se apresuró a estar listo lo más pronto posible y en cuanto estuvo caracterizado como un Draco Malfoy despeinado y lleno de barro después de haber sido convertido en hurón, salió pitando de su tráiler directo al de Dan. Lo encontró cerrado pero pudo escuchar voces que provenían desde dentro, así que, sin dejar de sentirse un tanto incómodo y bastante acobardado, golpeó sonoramente la puerta.

El padre de Dan fue quien le abrió.

—Buenos días —saludó el hombre en tono afable y Tom casi tuvo el impulso de contarle lo que estaba aconteciendo entre Pattinson y Dan. Afortunadamente consiguió contenerse justo a tiempo antes de arriesgarse a sonar como un esquizofrénico—. ¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó el padre de Dan.

¿Mantener a Dan encerrado bajo llave mientras estemos en Oxford?

—Eh… Buenos días, señor Radcliffe —masculló Tom—. En realidad… bueno, sólo necesito intercambiar unas palabras con Dan, si me permite.

—Claro, chico. —El hombre se movió a un lado para dejarlo entrar—. Justo ahora lo están terminando de maquillar. Pasa, pasa.

—¡Hola, Tom! —saludó otro hombre que estaba sentado en un silloncito de la sala del tráiler y quien aparentemente había estado charlando con el señor Radcliffe. Era Will, el ayudante de camerino personal y exclusivo de Dan.

—¿Qué tal? —respondió Tom intentando sonar alegre y despreocupado para no levantar las sospechas de aquellos dos que, según estaba enterado, cuidaban a Dan con más celo que un par de dragones entrenados. El padre de Dan lo hacía por razones obvias y Will, porque tenía en gran estima al muchacho; cariño que era correspondido ampliamente por Dan, quien se lo pasaba diciéndole a todo el mundo que a pesar de la diferencia de edad (Will ya rondaba los cuarenta años), lo consideraba uno de sus mejores amigos—. Necesito decirle algo a Dan antes de que… —Tomo hizo señas con la esperanza de que aquellos dos hombres le permitieran llegar ante la muy bien cuidada estrella del plató.

Tanto Will como el señor Radcliffe le sonrieron cálidamente.

—Pásate, chico. Dan está allá al fondo con Amy.

Tom asintió y se dirigió hacia la parte trasera del tráiler donde Dan tenía su salón de maquillaje. Ahí lo encontró charlando animadamente con una de sus maquillistas, la joven y bonita Amy. Sin embargo y por más difícil que resultara de creer, la cara de Dan se iluminó de manera imposible al ver que Tom entraba en el lugar. Simplemente pareció resplandecer.

—¡Tom! —exclamó el chico con gran sorpresa y tal vez no era para menos. Tom jamás lo visitaba ni en su tráiler de ahí ni en su camerino de Leavesden, así que en verdad esa era una situación bastante inusual—. ¿Qué haces aquí?

Tom entró y se dirigió con pasos torpes y tímidos hacia el otro chico y su maquillista, quien, afanosa y veloz, procedía a peinar a Dan sin levantar los ojos hacia el recién llegado y quien incluso pareció molestarse ante su intrusión al juzgar por la cara de pocos amigos que le mostró.

—Vine a… —Tom tragó fuerte, tan nervioso que le sudaban las manos. Después de todo, no todos los días tenía que invitar a otro chico a salir, ¿verdad? Pero la situación era desesperada, y como Tom lo veía, o era él o era Pattinson. Así que—... Es que, ¿sabes? Me… me traje conmigo una guitarra y yo… No puedo, con una melodía. La verdad es que me gustaría preguntarte acerca de unos acordes que no me salen por más que los practico. Estoy seguro de que tú…

—¿Quieres que te ayude a ensayar? —preguntó Dan en tono incrédulo.

Tom sonrió de oreja a oreja intentando parecer… ¿encantador?

—Sí, la verdad es que sí. Creo que necesito a alguien que sepa verdaderamente de música; alguien como tú. ¿Podrías hoy en la noche? Tal vez, después de la cena… ¿en mi cuarto? A Chris no le molestará, estoy seguro. Podemos ordenar unas limonadas y… quizá pedir una película de pago por evento al terminar. ¿Qué te parece?

Bueno, ahí estaba. Misión cumplida. Finalmente ni siquiera había sido tan difícil. Sobre todo porque Tom no dejaba de repetirse a él mismo que eso que le estaba pidiendo a Dan no era una cita romántica ni mucho menos, si no nada más una salida muy normal entre dos amigos que tienen intereses en común.

Tom ya estaba saboreando las mieles de su éxito cuando Dan arrugó la cara en un curioso gesto de molestia al mismo tiempo que la maquillista ponía cara de asco. Tom no tuvo tiempo de analizar lo que eso podía significar cuando Dan ya se estaba negando.

—Oh, Tom, demonios… esta noche no puedo. —Dan cogió el móvil que descansaba en la mesita de enfrente y se lo mostró a Tom—. Rob me ha enviado un mensaje invitándome a ir al teatro de la universidad. Dice que hoy dan una obra experimental muy buena y que unos amigos le han cedido varios boletos.

Tom ahogó un jadeo, sintiendo que el suelo se abría ante sus pies. Eso no podía ser en serio, ¿o sí? Por unos segundos no supo ni qué responder.

—¿Van a ir solamente tú y él? —preguntó antes de poderlo evitar y en un tono que hasta a sus oídos sonó como el de un novio extremadamente celoso. Dios mío, tenía que controlarse pero ya.

Dan y la maquillista lo miraron con gesto extrañado y Tom se sonrojó sin saber qué decir para salir de semejante atolladero. Seguramente debía de lucir como un demente con delirio de persecución y le pesaba que eso provocara que Dan cambiara la buena opinión que tenía de él y que tantos años de amistad y trabajo en conjunto le había costado lograr.

—No —respondió Dan con voz seria después de varios segundos que a Tom le parecieron una eternidad—. Solos no. Le dieron tres boletos y me dijo que podía llevar a alguien, así que le he pedido a Will que nos acompañe.

—Ah —dijo Tom sintiéndose un poco más aliviado. Bueno, no un poco. Un mucho más aliviado al decir verdad. Estaba seguro de que con Will cerca, Pattinson ni siquiera podría sentarse al lado de Dan en el teatro.

Sin embargo, Tom no pudo evitar maldecir en su mente mil veces al cretino listillo que parecía estar preparando con todo lujo de detalles una abusiva y perversa seducción. Porque, que un rayo lo partiera, pero Tom estaba seguro de que de un modo o de otro, Pattinson vería la manera de sacar a Will de en medio para pasar tiempo a solas con Dan. Sintiéndose muy frustrado, Tom se despidió de Dan y salió corriendo de ahí, casi pateándose a él mismo por no haber pensado en mandarle un mensaje a Dan antes de que el Pattinson Patán lo hiciera.

¿En dónde demonios tenía Tom la cabeza que la posibilidad de usar el móvil ni siquiera se le había ocurrido? Se sentía tan enojado con él mismo que ni siquiera pudo disimular.

*

La filmación de esa tarde transcurrió sin grandes incidentes, al menos para los ojos de casi todo el mundo. No obstante, para la atenta mirada de Tom, fue más que obvio que Pattinson estaba actuando pésimamente, equivocándose una y otra vez en sus diálogos y logrando que sus escenas nunca terminaran de estar bien. Para los demás era cosa de todos los días que los jóvenes actores se pusieran en exceso nerviosos y cometieran errores, pero para Tom, era evidente que lo que el cabrón estaba pretendiendo era postergar lo más que pudiera el tiempo que el equipo tendría que pasar en Oxford.

—Dragones —decía Dan totalmente inmerso en su papel, relamiéndose los labios de esa manera que a Tom se le antojaba sumamente perturbadora y mirando fijamente hacia Pattinson—. Esa es la primera prueba. Tienen uno para cada…

Y entonces, el estúpido de Pattinson se soltaba a reír como el idiota que era, arruinando la escena una vez más.

Las entrañas se le volvían de hielo a Tom sólo de pensar en las intenciones malévolas de semejante hijo de puta y cada segundo que pasaba le resultaba más inverosímil que el cabrón estuviese haciendo todo eso sólo para conseguir morrease con Dan. Sin dejar de mirar entre el uno y el otro y, sobre todo, sin poder evitar admirar toda la inocencia del juvenil rostro de Dan y aquel empeño entrañable que le ponía a su propia actuación, Tom se preguntaba una y otra vez cómo Pattinson podía ser tan caradura para querer arrebatarle a ese chico algo tan importante como su primera vez. Especialmente cuando ese chico era un ser humano tan valioso como Dan y que tal vez en el fondo ni siquiera fuera gay.

“No mientras yo pueda permitirlo”, se repetía Tom sin cesar, como un mantra, como un juramento; tan determinado a evitarlo tal vez como lo estaría Pattinson de lograrlo; y pensar así fue lo que lo salvó todo el día de buscarle la cara a Pattinson y reclamarle la bajeza que estaba intentando cometer.

Pero llegada la noche y después de que todos se hubieran dirigido a cenar al restaurante de turno, Tom pasó la peor velada de la que tuviera memoria al haber sido dejado a un lado por el anteriormente solícito Dan y quien ahora sólo parecía tener ojos, charla y atención para Pattinson y nada más.

*

Después de la cena y con el tiempo alargándose cruel e indefinidamente, Tom estaba seguro de que se volvería loco antes de la medianoche. Echándole vistazos al reloj de su habitación cada minuto mientras fingía que miraba la televisión y sin dejar de pensar ni un solo momento en Dan y en lo que estaría haciendo con Pattinson, descubrió después de una hora y pico que no podía continuar así.

Se puso de pie intempestivamente y asustando a Chris, quien, desde la otra cama gemela de la habitación, parecía que ya estaba quedándose dormido. Tom masculló una disculpa mientras se dirigía al armario y sacaba una chaqueta de ahí.

—Voy a salir —le avisó a su hermano y se colocó la prenda—. No tengo sueño, no hay nada interesante en la TV y la verdad es que…

Me estoy muriendo de la angustia por saber que Dan está bien.”

—Pero, ¿adónde vas? —le cuestionó Chris sentándose en la cama y pareciendo de pronto muy despierto.

Tom se encogió de hombros.

—Al cine —mintió, evitando los ojos de su hermano. La verdad era que estaba esperando poder dar con el teatro de la universidad y… bueno, no sabía a ciencia cierta qué haría una vez localizado el sitio, pero estando ahí ya se le ocurriría algo.

Su respuesta pareció entusiasmar a Chris.

—¿No me digas que vas a ir a ver la segunda parte de Kill Bill? —preguntó con emoción mientras se ponía de pie y al igual que Tom, iba al armario a buscar su chaqueta—. ¡¿Viste que ya la están pasando?!

Tom se quedó desconcertado y con la boca muy abierta.

—Eh… No, la verdad es que no.

—¿Podemos ver ésa? —le cuestionó Chris, tomando su móvil y su cartera y dirigiéndose a la puerta—. Tomaré tu silencio como un sí —bromeó con Tom al ver que éste simplemente lo miraba con confusión.

Chris golpeó amistosamente a Tom en el brazo antes de salir del cuarto y Tom no tuvo más remedio que cerrar la puerta y seguir a su hermano en silencio, maldiciendo por dentro no haberle dado una respuesta menos atractiva ante su cuestionamiento. Dudaba mucho que lo hubiera acompañado si le hubiera dicho que pensaba ir a la Iglesia más cercana a orar.

No obstante, mientras terminaban de recorrer el pasillo del hotel y salían a las bulliciosas e iluminadas calles de Oxford, Tom tuvo que reconocer que todo lo que su hermano hacía por él bien valía que lo invitara no sólo esa, sino muchísimas veces más al cine. Además de que, quizá y sólo quizá, no había sido muy sensato de su parte creer que era buena idea ir a espiar a un Dan que no quería tener nada que ver con él.

“Ten un poco de dignidad, Tom”, se dijo a él mismo antes de suspirar profundamente y tomar la decisión de dejar de pensar en el bobalicón de Dan Radcliffe y lo que estaría haciendo con Pattinson. Después de todo, él quería estar con el otro, ¿no? ¿No había rechazado e ignorado a Tom desde que Pattinson había llegado al plató? ¿Acaso no se lo pasaba mirándolo con ojos de borrego enamorado? ¿Verdad que sí? Entonces, ¿qué vela tenía Tom en ese entierro?

Ninguna. Que se jodieran los dos, Tom no tenía obligación de cuidar a Dan, no era ni su padre ni su hado padrino. Y con eso en mente, autoconvenciéndose fervientemente, Tom comenzó a charlar con Chris dándose cuenta que así sería muchísimo más fácil dejar de pensar en Dan…

—¡Tom! ¡Y el hermano de Tom! ¿Cómo están?

… o tal vez no.

Tom se quedó lívido cuando Chris y él se toparon frente a frente con Will, el amigo de Dan y con quien se suponía iba a ir al teatro. Los tres se detuvieron y mientras Chris y Will intercambiaban saludos y palabras amistosas, Tom no podía pensar más que en una cosa.

—Will, ¿no ibas a ir al teatro con Dan y Rob? —le cuestionó a toda prisa, interrumpiendo a su hermano a media frase de presentación.

Will se quedó mirándolo durante un momento sin decir nada, aparentemente sorprendido de que Tom hubiera sabido eso.

—Iba a ir —respondió el hombre—, pero luego Rob llegó anunciando que al final sus amigos sólo le habían obsequiado dos boletos, así que tuve que quedarme en el hotel. Pero como ya estaba vestido y no me apetecía irme a acostar tan temprano, salí a dar una vuelta por ahí.

—Nosotros vamos al cine —le informó Chris—. ¿No quieres unirte?

—Claro, ¿cuál película mirarán? —respondió Will sin pensarlo dos veces, dándole a Tom la impresión de que así fueran a ver Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, de todas formas hubiera optado por acompañarlos.

Caminaron un par de manzanas a través del hermoso centro de la ciudad, Tom intentando no angustiarse al pensar que Dan estaba en ese momento en algún teatro a solas con Pattinson, cuando de pronto Will detuvo su marcha y miró intrigado hacia la acera de enfrente.

—¡Qué raro! —comentó con cara de extrañeza—. ¡Está cerrado!

Tom levantó la vista; todo ese tiempo la había tenido clavada en el suelo frente a sus pies. Lo único que había delante de ellos era un modesto edificio de ladrillo rojo con un letrero sobre la puerta que rezaba “Burton Taylor Studio” y que, en efecto, estaba cerrado.

—¿Qué? —quiso saber Tom—, ¿qué tiene de raro?

Will lo miró y era evidente que algo lo había puesto muy nervioso de repente.

—Es que ese es el teatro universitario —Will les dijo a los hermanos Felton—. Ahí era donde se suponía que iba a presentarse la obra a la cual nos había invitado Rob. Y está… cerrado. Aparentemente, hoy no hay función.

El cerebro de Tom demoró segundos completos en procesar esa información. Y cuando lo hizo, sintió que toda la sangre de su cuerpo caía hasta sus pies. En cambio Chris, ajeno a los temores y las sospechas que atormentaban el alma de Tom, soltó una risita antes de decir:

—Bueno, seguramente miró mal la fecha en los boletos, ¿no? Eso le pasa a cualquiera.

—Sí, pero… —dijo Will en voz baja, notablemente preocupado—. ¿En dónde están entonces? ¿A dónde fueron a esta hora de la noche? Dan es muy pequeño para andar de juerga por ahí. Además, su padre nos dio permiso para salir al teatro, no a cualquier otro sitio más.

—Hay que llamarle —dijo Tom con un hilo de voz. Will asintió y sacó su móvil del interior de su chaqueta. Con el corazón latiéndole a mil por hora, Tom lo observó marcar el número y llevarse el aparato al oído. Al cabo de un minuto, Will negó con la cabeza—. Lo trae apagado. Directamente me manda al buzón.

—No deberían preocuparse tanto por él —comentó Chris—. Tal vez están en el cine o en otro teatro, y es por eso que apagó el teléfono. Estoy seguro de que Rob lo cuidará bien y que dentro de un rato ambos estarán a salvo en el hotel.

Tom no pudo evitar soltar un resoplido burlesco ante la ironía dicha por su hermano, y Chris y Will lo miraron con curiosidad.

—¿Qué? —quiso saber Will—. ¿Pasa algo que yo no sepa, Tom?

—Es que... —Tom intentó explicarle—, Rob no... él no... no es…

Tom, tan nervioso que temía estar temblando, se silenció. Le parecía absurdo poner en palabras sus sospechas hacia Pattinson, porque después de todo, ¿qué tal si nada de lo que él creía era cierto? Miró a su alrededor con la esperanza de que Dan y el cretino estuvieran por ahí. Por supuesto, no había señal de ninguno de los dos. ¿A dónde demonios podría haberse llevado a Dan aquel abusivo? Al hotel era completamente imposible; Tom sabía que Pattinson compartía cuarto con otro actor y Dan lo hacía con su padre. ¿Entonces?

La cabeza le daba vueltas por culpa de la desesperación que estaba experimentando. Aquellos dos, perdidos en una ciudad tan grande, ¿dónde demonios podría encontrarlos nadie? ¡Podrían estar en cualquier callejuela, metidos en cualquier restaurante o bar, en un baño público o paseando por un parque! Sintiéndose al borde de un colapso nervioso, Tom finalmente miró hacia Chris y Will.

—Voy a ir a buscarlos. Por favor, vayan al cine sin mí.

—¿Qué? —alegó Chris, sumamente extrañado por el comportamiento tan peculiar del que Tom estaba haciendo gala esa noche—. ¡Claro que no! ¿Por qué tienes que buscarlos? Es completamente…

Pero antes de que Chris pudiera decir más o de que pudiera detener a Tom, éste ya había dado media vuelta y se había echado a correr, tropezando entre la gente que caminaba por la acera y mirando con fijeza cada rostro, esperando con ansiedad encontrar el de Dan.

*

Por supuesto que Chris iba a preocuparse por su absurda escapada. De hecho estuvo llamándolo al móvil tantas veces que Tom, harto de oírlo sonar, optó por apagarlo. Nunca en toda su vida Tom le había hecho tal jugada a su hermano; la verdad era que siempre había sido un chico obediente y bien portado que en muy raras excepciones se alejaba de su lado. Después de todo, Tom valoraba mucho lo que Chris sacrificaba para poder estar ahí con él todo el tiempo que duraba su trabajo de actuación, ayudándolo, cuidándolo y aconsejándolo en lo Tom alcanzaba la mayoría de edad.

Pero ese era un caso de emergencia y ya podría explicárselo más tarde. En ese momento, lo urgente, lo indispensable, era encontrar a Dan y ver -asegurarse- de que estaba con bien. Pero era una situación difícil, peor que buscar una aguja en un pajar. Tom se asomó por la ventana de tantos restaurantes y bares que perdió la cuenta; caminó y caminó durante lo que le parecieron horas, mirando a todas las personas a la cara, comportamiento que seguramente lo hacía lucir como un demente al juzgar por la manera en que la gente se le quedaba viendo a él.

Nada. Nada. Absolutamente, nada. Cada minuto que pasaba se sentía más y más furioso. Oh, por dios, él mismo iba a matar a Pattinson en cuanto lo tuviera enfrente.

Finalmente, sus erráticos pasos lo condujeron hasta la Universidad y, agotado, ahí se sentó en una banca del jardín principal. Mordiéndose las uñas del pesar, sacó su móvil y volvió a encenderlo esperando que Chris se hubiese cansado de llamarlo y desistiera de hacerlo. En cuanto su aparato volvió a la vida, marcó el número de Dan.

Los segundos que tardó en conectar le parecieron un verdadero infierno. Infierno literal cuando le respondió la impersonal voz de una máquina que le indicaba que la llamada se estaba enlazando al buzón.

—Mierda, mierda, mierda —susurró entre dientes, los cuales le castañeaban y no precisamente de frío—. ¿Por qué no enciendes tu teléfono, Dan? ¿Dónde diablos estás?

Cerró su aparato móvil y en cuanto lo hizo, éste comenzó a sonar. Tom miró la pantalla con aprensión, pero al notar que no era Chris sino un número desconocido, se apresuró a responder con la esperanza de que fuera…

—¿Dan? —dijo en cuanto tomó la llamada.

Hubo un breve silencio que fue roto por la voz de un hombre mayor.

—No, Tom. Soy Will. Espero que no te moleste que te llame. ¿Sabes? Tu hermano me dio tu número.

Tom se pasó la mano por la cara, intentando vencer unas repentinas ganas de llorar.

—No te preocupes, Will, está bien —respondió, luchando con todas sus fuerzas para mantener la calma en la voz—. Yo… ¿en qué puedo ayudarte?

—Es que me estoy trepando por las paredes de la preocupación. Dan no ha regresado al hotel y su móvil continúa apagado. No tengo valor para darle la cara a su papá y decirle que por culpa mía Dan está perdido con Rob en alguna parte de la ciudad. ¡Hace media hora que nos espera! ¿Qué explicación voy a darle? Después de todo… Dan era mi responsabilidad.

Will se quedó callado y Tom lo escuchó soltar un profundo suspiro.

—Tom —continuó—. ¿Por qué tengo la impresión de que tú sabes algo que yo no?

Tom se mordió los labios. Fuerte. Tanto que le dolieron. Indeciso en confesar o no las ideas respecto a Pattinson que tenía en la cabeza. ¿Cómo explicar sus temores sin sonar como un paranoico amigo celoso?

—Es… —comenzó—, es este chico, Rob. Verás, Will… Yo… me dijeron, y no son sólo rumores, pues me lo confirmó un amigo mío. Que él, Rob, es bi-bi… —Se dio un golpe en la frente. ¿Por qué le costaba tanto trabajo decir la maldita palabra?—. Que Rob es bisexual. Y que es bastante… eh, bastante… ¿conquistador? —Esperó un momento para darle tiempo a Will de responderle algo, pero al notar que no decía nada, continúo—: Me dijo un amigo que trabajó con él en Alemania que este chico, Rob, es un tanto… peculiar respecto a sus relaciones profesionales. Que… que le gusta mezclar el trabajo con el placer… Si tú entiendes lo que quiero decir.

Finalizó y tragó con bastante trabajo, el frío producido por el miedo yéndose al carajo y sintiéndose en ese momento más que acalorado. ¿Cómo se había atrevido a decir semejante acusación en voz alta? Porque una cosa era lo que Tom pudiera pensar en lo privado, pero ¿exponer de ese modo su opinión respecto a un compañero? Dios mío, presentía que estar soltando esos chismes iba a costarle el contrato.

—¡Con razón! —soltó Will al otro lado de la línea con voz furiosa—. ¡Con razón tantas mentiras y excusas para conseguir llevarse al chico! ¡Maldito cabrón, hijodeputa, pero deja que le ponga las manos encima y… voy a matarlo si tan sólo se ha atrevido a tocarlo!

Tom se quedó de una pieza al escuchar hablar así al ayudante de camerino de Dan, un hombre que jamás tenía una palabra amarga en su boca y mucho menos dejaba salir una retahíla de groserías como en ese momento.

—¿Disculpa? —masculló Tom, presintiendo que Will lo golpearía a él también por no haberle dicho nada antes.

—Tom —dijo Will en un tono tremendamente serio—. No podemos hacer un escándalo de esto y mucho menos podemos decírselo al señor Radcliffe. Tenemos que encontrar a Dan. A como dé lugar, chico.

—¡Pero ya lo busqué por toda la ciudad! —exclamó Tom, casi reconfortado de poder gritar su frustración sin parecer un deschavetado—. ¡Me he asomado a todos los bares, a todos los restaurantes… es como si hubieran desaparecido!

—¿Ya fuiste a los tráileres?

Una cubeta de agua helada se hubiera sentido menos fría que recordar que todos los actores tenían acceso a su tráiler y que por lo regular nadie andaba por ahí durante la noche a excepción de uno que otro vigilante.

Oh, dios mío, ¿cómo no lo había pensado antes?

—No —jadeó.

—Tom —lo apuró Will con voz desesperada—. Por favor, ¿qué estás esperando? ¡Adelántate, seguramente ahí es donde Rob se lo ha llevado! Yo te alcanzo ahí en un par de min…

Tom no lo dejó terminar.

—¡Está bien! —le gritó y colgó el teléfono. De inmediato se levantó de la banca y corrió con todas sus fuerzas hacia la zona donde los tráileres estaban estacionados, y la cual, para su fortuna, no estaba nada lejos de ahí.

*

Nunca había merodeado por ese estacionamiento de noche y no tenía idea de lo solitario y oscuro que podía ponerse. Con sólo unas cuantas farolas insuficientes y todos los tráileres desocupados y con sus luces apagadas, el lugar parecía totalmente abandonado y hasta resultaba un tanto tétrico. Pero a pesar de la penumbra, Tom no dejó de correr hasta que llegó al tráiler de Dan y, una vez ahí, tuvo que doblarse y apoyar las manos sobre las rodillas para recobrar el aliento. Jadeando y mientras luchaba por recuperar la respiración que había perdido después de semejante carrera, notó con enorme decepción que no había ninguna luz encendida en el tráiler de Dan.

Lo cual quería decir que no había nadie ahí.

Resoplando, Tom se incorporó y con la mirada buscó entre los vehículos estacionados, preguntándose cuál de todos ésos sería el tráiler de Pattinson. Después de todo y al pensarlo bien, Tom se daba cuenta de que era más probable que ellos estuviesen en el del cretino y no en el de Dan, pues Pattinson seguramente tendría llave del suyo y ahí se arriesgarían mucho menos a ser descubiertos. Lamentablemente, Tom no tenía la más mínima idea de cuál tráiler podía ser.

Por enésima vez en lo que iba de esa noche, volvió a maldecir entre dientes su puta suerte.

Aún sin poder respirar con normalidad, Tom comenzó a caminar a paso veloz entre los tráileres. No eran demasiados, una veintena tal vez, así que no sería mucho el tiempo que tardaría -iba pensando Tom-, buscando alguno que tuviera las luces interiores encendidas, se notaría a través de las pequeñas ventanas y tal vez ahí, con un poco de suerte, por fin encontraría a Dan.

Sin localizar ni uno solo que pareciera tener gente en su interior, Tom comenzó a desesperarse todavía más. De pronto, un ruido casi imperceptible lo sorprendió. Se detuvo en seco, intentando descubrir la fuente y parando oreja por si se repetía. ¿Serían ellos? Después de todo había sonado como…

¿Gente besándose?

Tragando, respirando con dificultad y creyendo que no podría más, Tom se apoyó de espaldas contra el tráiler más cercano, oyendo de nuevo sonidos que indudablemente eran de dos personas que estaban besuqueándose… cuando menos. Se escuchaban jadeos, ruidos de besos, algunas palabras sueltas que no distinguía bien; todo proveniente de algún punto detrás de ese tráiler contra el cual estaba reclinado. Y de repente, Tom tuvo unas intensas e impertinentes ganas de llorar, todo el miedo, la preocupación y el enojo que había sentido durante horas y horas y que tanto lo había estresado, liberándose por fin, abandonándolo al haber encontrado a aquellos dos y dejándolo inmensamente cansado. Pero sobre todas las cosas, más que cansado o preocupado, Tom se sentía profundamente decepcionado porque Dan, su inocente Dan, estaba correspondiéndole a aquel degenerado.

—Ven, Danny —escuchó que Pattinson susurraba al chico—. ¿Vamos adentro?

—No, no…

Tom se enderezó de repente. Algo no estaba nada bien ahí, y no era sólo la negativa de Dan a acompañar al otro sino que… Su voz. Había algo raro en su voz. Arrastraba las palabras y éstas sonaban pastosas y pesadas, como si…

¡Dan estaba borracho!

¡Oh, mi buen dios, el maldito lo había embriagado!

En menos de dos segundos Tom ya le había dado la vuelta al tráiler, dirigiéndose a toda prisa al sitio preciso donde Pattinson tenía a Dan completamente aplastado contra el mismo vehículo donde Tom había estado apoyado un momento antes. La sangre le hirvió en cada vena al notar que Pattinson estaba restregándose con fuerza contra el casi indefenso cuerpo de Dan y que le estaba besando de tal forma que parecía querer comerse su cara entera, arrancando quejidos de dolor de parte del chico. Dan no hacía otra cosa más que retorcerse con impotencia debajo de semejante mastodonte, y aunque a momentos parecía corresponder los besos que el otro le daba, no se miraba como si estuviese en condiciones de tomar ninguna decisión ni tampoco parecía que estuviese disfrutando mucho de las atenciones que Pattinson le prodigaba.

Mierda, ni siquiera parecía poder mantener los ojos abiertos.

Tom  no lo pensó ni un momento más. Como si estuviese viendo todo en cámara lenta y bajo sombríos tonos de rojo, caminó a grandes zancadas hasta llegar a ellos.

—Sólo un rato, Dan. No haremos nada que tú no quieras, te lo prometo —insistía Pattinson—. Sólo quiero… —No pudo terminar de decirle a Dan lo que quería porque en ese instante Tom lo tomó de su chaqueta y tiró de él con todas sus fuerzas, obligándolo a separarse de Dan y haciéndolo que trastabillara hacia atrás. Desconcertado, Pattinson se giró para encarar a Tom y durante unos segundos pareció tan asustado que no pudo articular palabra—. ¡¿Qué diablos te pasa, Felton?! —le gritó una vez que consiguió recuperarse de la sorpresa.

—¡Qué diablos te pasa a ti, infeliz! —le gritó Tom a su vez, echándole un rápido vistazo a Dan y enfureciéndose al notar que el muchacho estaba tan ebrio (o drogado, sólo Dios sabía qué) que apenas podía sostenerse de pie y si no caía hasta el suelo era porque estaba apoyado de espaldas contra el tráiler—. ¡¿Qué es lo que crees que estás haciendo?! —le preguntó Tom a Pattinson con un grito destemplado, temblando de la rabia y la indignación—. ¿Drogando al chico para poder pervertirlo? ¿Qué tipo de persona eres tú?

Pattinson soltó una risita sarcástica que le erizó todos los pelos de la nuca.

—¿Drogado? No sé de dónde sacas eso —dijo Pattinson encogiéndose de hombros—. Lo único que hice fue invitarlo a tomar una cerveza. Yo no tengo la culpa si se emborracha y al final termina queriendo meterse dentro de mis pantalones. Después de todo, ¿no es lo suficientemente grande como para saber lo que está haciendo?

—¡Apenas tiene quince años, grandísimo infeliz! —bufó Tom, dándose cuenta de que no tenía caso discutir con estúpidos y mejor optando por tomar a Dan y largarse de ahí, porque se sentía tan enojado que estaba seguro de que si se liaba a golpes con ese desgraciado cometería una locura que le valdría el contrato y tal vez hasta la libertad.

Apretando los puños, luchando por contenerse y resoplando de furia contenida, Tom rodeó a un no menos enojado Pattinson para alcanzar a Dan. Llegó hasta su amigo e intentando no pensar en las consecuencias de su estado, le pasó un brazo por la cintura y se echó sobre sus hombros el de Dan para poder ayudarlo a caminar.

—Tom —le susurró Dan al oído—. Qué bueno que viniste, amigo. ¿Me llevas a acostar? ¿Sabes? Tengo mucho, mucho sueño y Rob no… —se interrumpió, mirando hacia Pattinson con resentimiento.

La manera en que Dan le dijo eso y le permitió abrazarlo le provocó a Tom un enorme nudo en la garganta.

—Eres un… —le escupió a Pattinson cuando pasaron junto a él, luchando por buscar en su mente el peor calificativo posible para poder insultarlo—… un maldito hijodeputa sin corazón. ¡Y quiero que sepas que esto no se quedará así! ¡Levantaré una acusación en tu contra por intento de violación o corrupción o lo que sea!

Ups, haberle dicho eso no había sido muy buena idea. Pattinson pareció reaccionar entonces y Tom vio con impotencia cómo el maldito se lanzaba contra él y Dan.

—¡No te atreverás a decirle nada a nadie, Felton! —le gritó Pattinson al tiempo que lo tomaba de las solapas de la chaqueta y provocaba que soltara a Dan, quien resbaló y cayó de rodillas sobre el pavimento—. ¡Alegaré que Daniel también lo quería, que fue consentido! ¡Porque así fue! Además —amenazó, bajando la voz siniestramente—, si haces esto del dominio público, todo el mundo se enterará de que su famoso Harry Potter no es más que un grandísimo marica reprimido.

—¡No! ¡Antes te mato! —bramó Tom justo antes de levantar el puño y soltarle a Pattinson una trompada tan dura que su cabeza giró hacia atrás.

Pero Pattinson se recuperó de inmediato. Con rapidez pasmosa, encaró a Tom de nuevo y le dio un golpe en pleno estómago tan fuerte que el chico se quedó sin aire. Sin poder respirar y creyendo que se ahogaría, Tom se dobló del dolor hasta quedar hincado en el suelo igual que Dan.

—¡No, Rob… déjalo! —Tom escuchó que Dan suplicaba con su voz de ebrio—. Es… ¡Tom es mi amigo!

Impotente y todavía sin aliento, Tom notó que Pattinson se le echaba encima, lo volvía a coger de la chaqueta y tiraba de él hasta levantarlo.

—¿Tu amigo? —jadeó Pattinson en tono de burla, apenas a unos centímetros de su cara, dirigiéndose a Dan pero mirando directamente a Tom, éste luchando por tomar aire y sin poder hacer nada—. ¿Estás seguro de que es tu amigo, Danny? ¿Acaso no notas cómo te mira, cómo te come con los ojos cuando cree que nadie se da cuenta? Yo lo he visto, y también he notado que se muere de celos porque he sido yo el que se ha atrevido a más contigo y él ha perdido su oportunidad. ¿No es así, Tommy? —le susurró sólo a él—. ¿Verdad que te mueres por follarte al angelito, y que es por eso que ahora estás aquí defendiendo su honor? ¿Será porque quieres su culito virgen y apretado sólo para ti?

Tom negó con la cabeza, más trastornado por las palabras de Pattinson que por el dolor o que por el hecho de que se encontraba a su merced. Asqueado de lo que decía, pero al mismo tiempo sintiéndose perversa y enfermamente excitado tan sólo de pensar en... Oh, Dios mío, no, no podía ser.

—No… —consiguió mascullar, quitando los ojos de la cara de Pattinson para mirar a Dan quien continuaba de rodillas sobre el piso y lo observaba con un curioso gesto de incredulidad en la cara—. ¡No es verdad, Dan, no creas ni una palabra de lo que dice este tipo!

Pattinson resopló con burla, soltó a Tom y dio un paso atrás.

—De acuerdo, Felton —le dijo, sus ojos azules echando chispas de malévola diversión—. Si nada de eso es verdad, entonces lleva tu trasero de regreso por donde viniste y déjanos en paz. Yo me encargaré de llevar a Dan al hotel. Sin escándalos. Después de todo, piensa que si la gente se da cuenta de esto, el más perjudicado… será él —finalizó señalando a Dan con un dedo.

Tom, trastabillando un poco hacia atrás, soltó una risita sofocada.

—Claro, como si en verdad fuera a dejarte de nuevo a solas con Dan —ironizó con una sonrisa feroz—. ¿Crees que soy estúpido o qué? ¡Eres tú el que se va a largar por donde viniste, y seré yo quien lleve al chico con su padre!

—Yo quiero irme con Tom —gimió Dan desde el suelo, provocando que a Tom le diera un vuelco el corazón—. Él sí es mi amigo —le reprochó a Pattinson con un gesto adusto tan curioso que en otras circunstancias a Tom le habría parecido divertido.

Sin embargo, en ese momento Tom se sentía de cualquier manera menos feliz. Todavía con la acusación de Pattinson martilleándole la mente y la culpa por haberse emocionado ante la perspectiva de ser él quien hiciese algo con Dan escociéndole el alma, Tom dio el par de pasos que lo separaban de Dan y trató de ayudarlo a incorporarse.

—Vamos, chico, que tu padre debe estar preocupado por ti…

—D-acuerdo —susurró Dan.

Tom no pudo evitar sentirse sucio y depravado cuando tuvo que agarrar con fuerza el cuerpo delgado de Dan para levantarlo, cuando tuvo que manosear su torso y sus brazos durante los movimientos que hizo para conseguir tenerlo de nuevo apoyado contra él. Le parecía que por culpa de la acusación hecha por Pattinson, a partir de ese momento jamás podría volver a tocar a su amigo sin pensar en las palabras cargadas de veneno dichas por aquel.

Lentamente y esperando que por fin Pattinson se hubiera dado por vencido, Tom comenzó el arduo trayecto hacia la salida del estacionamiento llevándose a Dan y dejando al otro imbécil atrás. Después de haber avanzado un par de metros, Tom giró la cabeza para mirar por encima del hombro; Pattinson ya no estaba ahí, aparentemente había optado finalmente por dejarlos en paz. No pudo evitar suspirar del alivio; sabía muy bien que si el otro hubiese decidido dar más pelea, Tom poco o nada hubiese podido hacer para combatirlo.

Mientras caminaban por la oscuridad, Tom iba cavilando en si debía o no tomar algunas clases de defensa personal. De hecho, intentaba distraer su mente en lo que fuera con tal de entretenerse y no pensar demasiado en la tibieza del cuerpo de Dan pegado al suyo, en la manera en que sus torsos se estaban tocando y sus caderas de vez en vez chocaban la una contra la otra. De pronto Dan soltó una risita y enterró la cara contra el cuello de Tom, provocando que éste se estremeciera de pies a cabeza. Tom tuvo el estúpido impulso de arrojar al chico lejos de él, pero afortunadamente pudo contenerse a tiempo.

—¿De qué te ríes, gilipollas? —le preguntó tratando de sonar normal y no alterado como se sentía en realidad—. Ya veremos si mañana con la resaca te sigue pareciendo gracioso.

Dan negó con la cabeza mientras la levantaba y miraba a Tom a los ojos.

—Estaba… penshando que tú eres como… ¡eres taaan Draco!

Tom entrecerró los ojos.

—¿Sí?

—Sí. O mejor dicho, eres como dragón. Eres como uno de esos dragones que soltaron en el torneo. Y yo soy tu huevo.

Tom soltó la risa ante lo dicho por Dan, sintiendo el corazón mucho más ligero ahora que tenía a Dan con él y Pattinson parecía haberse largado de ahí.

—Mi huevo, ¿eh?

—Ajá. Me protegiste como un dragón a su huevo. Eso… —Dan se detuvo, obligando a Tom también a detenerse y luego, se dedicó a mirarlo intensamente—. Eso… fue épico, Tom. De dragones. Gracias… en serio.

Tom tragó saliva, desquiciado, atormentado por la cercanía de Dan, por sus palabras, mirando su boca y encontrándola tan roja y sus labios tan hinchados –seguramente de tanto besar a Pattinson- y Tom quiso, quiso… Oh, dios, recordó la manera en que Pattinson se había oprimido contra el cuerpo de Dan y Tom comenzó a respirar con agitación, y deseó con todas sus fuerzas poder intentarlo, y por todos los demonios, ¿por qué estaba pensando cosas que no debía? Especialmente porque Dan estaba ebrio y si…

De pronto alguien llegó corriendo hasta ellos y le sacó a Tom un susto de muerte al creer que Pattinson había decidido volver. Afortunadamente, sólo se trataba de Will.

—¡DAN! ¡TOM! ¿Qué les ha pasado?... ¿Y dónde está Rob?

De reojo, Tom notó que Dan le obsequiaba a Will una tímida pero amplia sonrisa de borracho.

—Heeeey, Will, ¿qué haces acá, camarada? —canturreó, arrastrando mucho la voz.

A Will le bastó eso para comprender por qué Dan lucía como lo hacía y por qué Tom lo llevaba casi arrastrando. La cara de preocupación que puso el pobre hombre evidenció que estaba pensando lo peor.

Tom negó con la cabeza.

—No te preocupes, Will —jadeó casi sin aire, cansado de ir cargando a Dan—, creo… creo que llegué a tiempo, antes de que… Ya sabes.

Se silenció, pero eso fue suficiente para Will.

—Sí —susurró Dan—. Tom me salvó. Soy su huevo y él es mi dragón, ¿sabías, Will?

Los tres se quedaron en silencio durante un momento, totalmente serios, y entonces, Will (cuyo rostro mostraba la culpabilidad que lo estaba atormentando) estiró los brazos hacia Dan como un padre lo haría con un niño pequeño que se está enseñando a dar sus primeros pasos.

—Ven aquí, chico —le dijo Will a Dan con voz quebrada.

Como pudo, Dan se zafó del abrazo de Tom y se echó a los brazos de su amigo, clavando la cara contra su pecho y comenzando a sollozar sin control. Will lo estrechó más fuerte y miró hacia Tom, mascullando un “Gracias” para él. Y Tom, sintiendo que no merecía ningún agradecimiento, agachó la cabeza, obligándose a tragar el enorme nudo que se le había formado en la garganta, tan conmovido y tan culpable como el mismo Will se sentía, rogando que al día siguiente y después de la resaca, Dan no se acordara de nada.

Especialmente de las palabras dichas por Pattinson acerca de lo que Tom también quería de Dan porque, ahora que lo pensaba, ni siquiera Tom estaba muy convencido de que no fueran del todo una falsedad. Especialmente porque justo antes de que Will llegara, Tom casi había sucumbido a la tentación de inclinar su cara sobre la de Dan y probar –por fin- el sabor de esos labios que tanto lo perturbaban. ¿Eso lo volvía tan perverso como el mismísimo Pattinson?

De lo que sí estaba seguro era de que su cruda moral del día siguiente sería peor que la del joven ebrio que en ese momento lloraba como un niño en brazos de su mejor amigo.

 

Nota de la autora:

El ayudante de camerino Will sí fue en verdad un gran amigo de Dan al menos durante la filmación de El Cáliz de Fuego. Posteriormente no sé que haya sido de su amistad, pero al menos en este fic sí será su mejor amigo durante toda la historia. :-)

 

 

 

 

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